lunes, 14 de septiembre de 2009

Khala: el Hada Blanca

EL HADA BLANCA ( CUENTO)





Autora: Cristina Puig
(http://www.cristinapuig.com/)

Fotografía, vestuario, maquillaje y complementos: Alassie (http://www.costureroreal.blogspot.com/)


Modelo: Noelia Regalado


La noche escapaba entre sus manos pero ella apenas se daba cuenta. No podía creer que estuviera allí, a miles de kilómetros de su hogar. Caminaba descalza sobre el musgo y las piedras resbaladizas. La lluvia caía sobre su cuerpo mojando su vestido y su larga cabellera nívea.  A su lado, dos seres repugnantes gruñían como los jabalíes a cada paso que daban. Eran soldados Muruk, una de las razas de orcos más salvajes. El que se encontraba a la derecha del hada sostenía una gruesa cadena que estrechaba el cuerpo de la joven, apretando sus alas contra la espalda.La oscuridad impedía que Khala pudiera ver el sendero que habían tomado, y trataba de orientarse por las estrellas.

―Cúal es tu nombre? ―Preguntó uno de aquellos repulsivos seres mirándola con sus enormes ojos legañosos.

―Khala ―Contestó ella con un hilo de voz.

―No preguntes nada. Puede utilizar su magia contra nosotros ―interrumpió el soldado que sostenía la cadena. Khala miró hacia el horizonte. A lo lejos se elevaba un extraño torreón de piedra rematado en forma de aguja. Los soldados la condujeron allí y de un empujón la encerraron en el interior del torreón, encadenada. Después se marcharon.


La oscuridad de aquel lugar se filtraba en el frágil corazón del hada, la desesperanza se apoderó de ella. De sus ojos de mar brotaron lágrimas de cristal que al tocar el suelo quedaron congeladas.






Los soldados Muruk habían asaltado la Fortaleza Blanca y la habían secuestrado. No la habían matado ya que conocían lo que decía la leyenda: el hada de lacio cabello blanco es la única capaz de poseer el poder sobre todas las razas, la única capaz de dominar el mundo y absorver toda la magia que hay en el.




Sus hermanas y familia habían logrado escapar del poblado, pero otras hadas no tuvieron tanta suerte; fueron masacradas y empaladas por los Muruk.En aquel torreón Khala no era capaz de utilizar su magia, pues sentía tal tristeza interior que se había debilitado.





El hada no era capaz de hacer que la cadena cediese con el pensamiento.Pasados los días, el suelo quedó cubierto por una capa de lágrimas de cristal. Khala se miró en aquel espejo de lágrimas y quedó sorprendida al ver su rostro escuálido y estropeado. Su cuerpo era un saco de huesos, pues no había recibido alimento alguno y su organismo se había debilitado sobremanera.
Transcurrido el tiempo, se sentía tan débil que apenas tenía fuerzas para moverse, se tumbó en el suelo y espero que llegara la muerte y la cubriera bajo su velo negro.Los mejores recuerdos de su vida golpeaban  su memoria con insistencia, y, a pesar de recordar cosas agradables, la tristeza podía con ella.Recordó su infancia en la Fortaleza Blanca, el bautismo de la Reina Maab, su madre, los días de aprendizaje como hechicera…



Al borde de la muerte, sus recuerdos eran lo único que la reconfortaba. Khala extendió los brazos y miró hacia un pequeño vano en forma de arco de medio punto que se alzaba en la parte superior de la torre.De pronto, un rayo de luz se coló por la apertura proyectándose sobre su cuerpo y la cegó por unos instantes. El cuerpo comenzó a elevarse sobre el suelo, envuelto por un halo mágico y brillante.El hada trató de levantar la cabeza y frente a ella vio que dos ojos grises la observaban en la oscuridad. Trató de moverse y su cuerpo cayó tendido sobre el suelo de nuevo. Frente a ella apareció el espectro de una mujer. Vestía una larga túnica negra que la cubría hasta el cuello. Tenía la piel pálida y el cabello de seda azabache y sostenía entre ambas manos un cráneo humano. En la muñeca lucía una extraña pulsera de plata en forma de serpiente.

―¿Eres tu la muerte? ―Preguntó el hada.


La mujer sonrió.

―Tan solo soy un espectro; la guardiana de este lugar abandonado de la mano de Dios. Yo morí aquí dentro a manos de los Muruk y juré no permitir que a nadie le ocurriera lo mismo que a mí.Ella se acercó a Khala con lentitud, dejó la calavera en el suelo, la tomó de un brazo y le mostro la pulsera en forma de serpiente que lucía. De pronto, el animal cobro vida y se deslizó desde su brazo hasta el de Khala, transformándose de nuevo en brazalete.

―Esta joya te permitirá salir de aquí y viajar a donde quieras. Pero solo podrás hacer uso de ella una vez, luego deberás enterrarla y olvidarte de ella, pues si alguien la encontrara, regresarías a este lugar y morirías aquí tranformándote en un espectro más, como yo lo hice. Después de pronunciar aquellas palabras el espectro desapareció en la oscuridad. Khala cerró los ojos apretando la joya entre sus manos e imaginó que regresaba a la Fortaleza Blanca. Tras unos segundos apareció frente a sus puertas, y  allí mismo enterró la pulsera procurando que nadie la descubriera. Después entró y abrazó a sus hermanas que organizaron una gran fiesta junto a todas las hadas, en su honor.

6 comentarios:

  1. Ey! Hola Cris. Oye, muy chulo el montaje, muy bien conseguida la modelo el vestido y el retocado. Ahora pregunta obligatoria: ¿el pelo de ella es auténtico? jaja

    ¡Un beso!

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  2. Hola!!! Soy Noelia, felicidades por tus relatos... me alegra mucho poder colaborar contigo.. ^^

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  3. Hola Iskandar, ¿cómo puedes preguntar si es auténtico? ¿lo dudas? :))) un besoteeee Morbeth!

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  4. Hola Noelia,
    A mi si me alegra mucho, felicidades por tu trabajo, estoy muy contenta con el resultado, por cierto si tienes blog o web dímelo please y lo incluyo en los créditos. Un abrazo y mil gracias por colaborar con nosotras.

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  5. Un relato y unas fotos preciosas. Me han encantado.

    Besos.

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  6. Hola Benjamín,

    Bienvenido al blog, esta es la segunda parte del relato, en breve colgaremos la primera parte ilustrada con nuevas fotos. Mil gracias!

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